Los segmentos obtenidos deben generar beneficios suficientes para la empresa. Para poder analizar la rentabilidad de cada segmento, convendrá considerar el potencial de compra actual de los consumidores que lo integran, el valor de capital del cliente (lo que llevará a estudiar el valor del tiempo de vida del cliente, la tasa de abandono anual, el coste de adquisición del cliente, etc.), el grado de competitividad (número de competidores actuales y potenciales, barreras de entrada, economías de escala, productos substitutivos, etc.) y la facilidad con la que la empresa puede entrar en el segmento (acceso a los distribuidores que operan en el segmento, notoriedad y reputación actual de la marca, etc.).